Aquellos dos chiquillos decían que ella era su abuela, pero era imposible Y sin embargo...
Los dos chiquillos vinieron caminando afanosamente por el sendero. Era la época de hacer conserva de manzanas, cuando florecían las primeras varas de San José y se desplegaban las margaritas silvestres. Cuando Mrs. Forbes reparó en ellos desde la ventana de la cocina, parecían unos niños que vinieran de la escuela, pues ambos llevaban un saco en el cual podían estar sus libros. Como Carlos y Santiago, como Micia y Margarita... pero ya se hallaban en un lejano pasado la época en que estos cuatro hablan atravesado el sendero en sus diarios recorridos a la escuela. Ahora tenían hijos propios que iban a ella.
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