Bajaba las escaleras del edificio de la Oficina de Probal cuando la muchacha se me cruzó. Entonces yo tenía poco más de veinte años, y había estado Arriba más de dos meses tiempo subjetivo, encerrado todo el tiempo en una cámara de acero con un par de técnicos a quienes llegué a detestar más de lo que creía que podía detestar a un ser humano, antes que lográramos regresar. Sin muchachas.Ésta era simpática, no bonita, pero cualquier cosa sin barba me habría conformado entonces. Caminé más despacio y la miré. Cabello largo y ondeante; por lo menos diez años más que yo, a juzgar por las arrugas alrededor de los ojos y la boca; un vestido anticuado que era por lo menos dos tamaños más chico. Si quería llamarme la atención, lo había conseguido. No porque hicieran falta recursos especiales; como dije, cualquier cosa sin barba me habría llamado la atención sin el menor esfuerzo.- ¿Esa no es una placa de Probal? - dijo, la voz tensa de nerviosismo, aunque entonces no lo advertí. Me miré la solapa con la placa azul y verde. Muy discreta. Nadie la ve nunca; nadie, excepto esa mujer. La miraba con gula.....
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