Lo confieso: en algunos aspectos de mi vida no cambio con el paso del tiempo. Y me da rabia. Desde joven me ha puesto siempre de muy mal humor tener que ocuparme de cualquier problema burocrático. Por regla general, siempre los he solucionado con relativa rapidez; pero aun así me molesta mucho el que me digan que tengo que estar en tal sitio y a tal hora, hacer fotocopias, colas… Un absurdo y necio problema burocrático, que se podía haber solucionado vía Internet si hubiera habido buena voluntad, me hizo abandonar Veruela. Y solucionado el problema, me encerré en casa durante varios días. Si se busca con ahínco, la soledad, y más en los días nublados, siempre hace acto de presencia. Llegó, y por motivos que se comprenderán fácilmente, me enfrasqué en la lectura de varios artículos de don Gustavo.
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