En primer término les ruego que tengan presente que no abrigo esperanzas de que me crean esta historia. No se sorprenderían tampoco si hubieran presenciado una experiencia que tuve recientemente cuando, con la coraza de una ignorancia ingenua y estupenda, le narré alegremente a un Miembro de la Real Sociedad de Geología el meollo del asunto. Esto fue durante mi última visita a Londres
Sin duda hubieran pensado que me descubrieron cometiendo un crimen no menos atroz que el de robar las Joyas de la Corona, o el de envenenar el café de Su Majestad el Rey.
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