A las numerosas personas que contribuyeron a levantar del polvo a CaminoDesolación, y especialmente, a Patricia, arquitecta, defensora constante y Primera Damadel pueblo.Durante tres días el doctor Alimantando había atravesado el desierto tras la personaverde. Siguiendo las señas que le hacía un dedo formado de judías escarlata articuladas,había navegado por el desierto de arenisca roja, el desierto de piedras rojas y el desiertode arena roja. Y cada noche, sentado junto al fuego que encendía con restos de maderapetrificada, mientras escribía en sus diarios, salía el anillo lunar, aquel torrente enjoyadode satélites artificiales, que atraía a la persona verde haciéndola emerger de lasprofundidades del desierto.La primera noche, los meteoros titilaban allá en la estratosfera cuando la persona verdese acercó al doctor Alimantando.—Deja que me acerque a tu fuego, amigo, deja que me caliente, dame abrigo, porqueyo provengo de una época más cálida que ésta.El doctor Alimantando hizo unas señas a la persona verde para que se acercara. Alobservar la extraña silueta desnuda, el doctor Alimantando se sintió impulsado apreguntar:—¿Qué clase de criatura eres?—Soy un hombre —repuso la persona verde. Al hablar, su boca, sus labios, su lenguaaparecían verdes como una hoja. Sus dientes eran pequeños y amarillos como los granosdel maíz—. ¿Y tú qué eres?
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