Hallamos notables coincidencias en los diversos análisis crítios del capitalismo. Aunque es cierto que el capitalismo del siglo XIX fue criticado por su abandono del bienestar material de lo trabajadores, nunca fue ésa la crítica principal. De lo que hablan Owen y Proudhon, Tolstoi y Bakunin, Durkheim y Marx, Einstein Schweitzer, es del hombre y de lo que le sucede en nuestro régimen industrial. Aunque lo expresan con términos diferentes, todos hallan que el hombre ha perdido su lugar central, que se ha convertido en un instrumento de objetivos económicos, que se ha convertido en un extraño para sus prójimos y para la naturaleza y que ha perdido las relaciones concretas con unos y otra, y que ha dejado de tener una vida con sentido. Yo me he esforzado por expresar la misma idea trabajando sobre el concepto de enajenación y mostrando psicológicamente cuales son los resultados que el hombre vuelve a una orientación receptiva y mercantil y deja de ser productivo; que pierde el sentido de su personailidad, que se considera dependiente de la aprobación de los demás, y que, en consecuencia, tiende a adaptarse y, sin embargo, a sentirse inseguro; está disgustado, aburrido, ansioso y gasta la mayor parte de su energía en el intento de compensar o de cubrir esa ansiedad. Su inteligencia es excelente, su razón se devilita y, dadas sus capacides, está poniendo en grave peligro la existencia de la civilización y hasta de la especie humana
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