Angélica Gorodischer nació y pasó los ocho primeros años de su vida en el barrio nortede Buenos Aires, sin mayores contactos con el mundo exterior, en un contorno desobreprotección que incluía maestras particulares, ninguna amistad y obstáculos paracomunicarse con la modesta naturaleza de calles y jardines. Ante esas presiones, lalectura, los libros, adquirieron una importancia fundamental. Aunque la mudanza de sufamilia a Rosario significó una primera apertura ("porque lo que viví en Buenos Aires nopertenece a Buenos Aires, sino al núcleo familiar, y en Rosario empecé a vivir en contactocon la gente y en contacto con la ciudad")[ ], el aislamiento y el peso de las ilustraciones ylas palabras impresas siguieron predominando hasta su entrada a la facultad.Ya en esos años se pensaba como colega de quienes le hablaban a través de loslibros, pero su propia obra iba a ser tardía y de surgimiento repentino. Obviando intentosadolescentes, comenzó a escribir luego de los treinta años, cuando ya se habíaestructurado a su alrededor un nuevo contorno, que aún la rodea; Sujer, los tres hijos, eltrabajo de bibliotecaria en un sanatorio, la pasión por la lectura de ciencia-ficción, laspoliciales, la literatura china o Balzac. Ella misma fija la fecha de ese comienzo en 1961.Pero después obtiene un premio en el concurso de cuentos policiales organizado por larevista Vea y Lea en 1964, con un relato que demuestra ya un notable nivel profesional enla construcción y los diálogos
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