Daniel Kendrick sólo quería ser un padre para sus hijos, pero la ley se lo había prohibido. Al quedar excluido de su familia a causa de un delito que no cometió, empezó una nueva vida en solitario en Nueva Orleans. Pero pronto, su soledad también se vería perturbada.
Su hija se había escapado de casa para ir en su busca. ¿Cómo iba a explicarle que no podía darle el hogar que tanto anhelaba? ¿Cómo iba a convencer a la asistente social Tessa Hamilton para que le permitiera verla? Tessa, a fin de cuentas, era la mujer que lo había condenado ante la justicia...
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