Este libro narra el viaje que realizo la autora por la Yugoslavia de finales de los años 30 del siglo XX, poco antes de que los humos negros se alzaran definitivamente en Europa, y refleja de manera muy acertada el complejísimo laberinto en que se han convertido a lo largo de la historia los Balcanes.
Partiendo de la fuerte impresión que le produjo el asesinato en 1934 del rey yugoslavo Alejandro I Karagjorgjevic, narra cómo en 1937 decide realizar un periplo de mes y medio viajando por lo que era el entonces reino de Yugoslavia; y saliendo en tren desde Salzburgo para entrar Zagreb, contándonos las impresiones que experimentaen Croacia, Dalmacia, Herzegovina, Bosnia, Serbia, Macedonia, Kosovo (o vieja Serbia) y Montenegro.
Empieza con la desagradable impresión que le producen los turistas alemanes que acuden a visitar Croacia, su actitud ignorante y con ínfulas de superioridad, la presencia de Constantine (en realidad llamado Vinaver), un ferviente nacionalista serbio que apoya con constantes argumentos la necesidad de la existencia de Yugoslavia, frente a lo que sería un expansionismo alemán hacia el este. O su contrapunto, un nacionalista croata, que reniega de la unión y desea a toda costa la independencia de Croacia. Ilustrativo el dialogo que ambos sostienen defendiendo opiniones encontradas. .
Con un fuerte marcado sentimiento pro-serbio, toda una novedad en la literatura de antes, durante y después de la II guerra mundial, nos cuenta los impresiones que le produce un territorio que ha sido escenario de algunos hechos trascendentes de la historia Europea; el asesinato en Sarajevo por Gavrilo Princip del Archiduque Francisco Fernando, que desembocó en la I guerra mundial, la sensación de hermosura que le produce el puente de Mostar, su manifiesta admiración por la raza eslava, a la que considera muy viril, llegando a afirmar que es una de las razas donde menos homosexuales hay (sic), afirmación que hoy seria catalogada como socialmente muy poco correcta, etcétera.
El libro hay que leerlo desde el punto de vista de la época en la que se emite el juicio, las tensiones que aun hoy se mantienen en Macedonia (Serbia del sur la llega también a denominar), en la que todavía subyace un fuerte sentimiento pro-búlgaro, pues muchos étnicamente se siente próximos a un país al cual pertenecieron, la triste suerte de la República de Ragusa (ciudad hoy llamada Dubrovnik), o la paradoja de los musulmanes bosnios que aun recuerdan al Imperio Otomano, vestidos todavía con el fez, desconocedor de que fue abolido con el advenimiento de la moderna Turquía de Kemal Attaturk.
El título hace referencia a un poema épico medieval serbio “La caída del Reino de Serbia”, que lo nombra en el capitulo en el que están en Kosovo Polje (Campo de los Mirlos), donde se libro la mítica batalla en 1389 en que el ejercito otomano a duras penas derroto al serbio comandado por el rey Lazar. En este poema el profeta Elías se disfraza de halcón gris y se presenta ante el soberano con un libro de la Virgen María, la víspera de la batalla y le da a elegir entre un reino terrenal, en cuyo caso obtendrá la victoria contra los turcos o uno celestial, en cuyo caso saldrá derrotado y morirá, pero obtendrá la victoria espiritual de los suyos. El rey eligió el reino celestial y fue derrotado.
La autora compara este sacrifico con otro que observa hacer a un viejo albanes que sacrifica un cordero negro, el cual apenas ofrece resistencia, mostrando su cuello para ser degollado.
El libro, que fue publicado en 1941, en plena guerra, es muy interesante y está muy bien narrado, lo que permite discernir el complicado espectro político y social que ha dado la historia a los Balcanes como lugar perenne de conflictos, tierra de frontera en que etnias, religiones y política no han sabido convivir en paz no superar sus diferencias, ahondando en las raíces no superadas de estos conflictos que los han asolado. También critica a los gobiernos de las democracias europeas el no ponerle freno al fascismo y su complacencia con él, que tantas desgracias traería después.
El prologo de esta edición corre a cargo de Robert D. Kaplan que afirma se inspiró en este libro para su libro de viajes Fantasmas balcánicos, que al igual que su original fue acusado de fomentar el fatalismo debido a su descripción realista de las relaciones étnicas.
Cordero negro, halcón gris ha sido considerado como uno de los grandes libros de viajes de todos los tiempos, puesto a la misma altura que Los siete pilares de la sabiduría de T.E. Lawrence.
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