Al despertar de la preexistencia, Jasperodus se encontró en la oscuridad.Rara vez una criatura consciente habrá actuado con tal deliberación en sus primerossegundos de vida. Pacientemente, Jasperodus permaneció de pie en las profundastinieblas y pasó revista a la situación valiéndose de los datos depositados en su memoria,parcialmente organizada antes del nacimiento.Advirtió que estaba solo dentro de un gabinete metálico cerrado. El primer actointeligente de su existencia fue tantear con la mano derecha hasta encontrar el picaportede la puerta del gabinete. Se volvió y empujó. Luego salió a examinar la escena que teníadelante.Un hombre y una mujer de edad, vestidos con batas sucias, lo miraban con timidez.Permanecían muy juntos, como una pareja envejecida en la mutua compañía. Lahabitación olía ligeramente a pino, y había bancos y otros muebles de esa madera: sillas,armarios, una mesa y un bastidor de montaje. Encima de ellos, y también en el suelo, enbancos y ganchos, yacía un caótico despliegue de componentes y de las curiosasherramientas de un especialista en electrónica.Aunque la habitación era sucia y algo destartalada, reinaba en ella una atmósferacálida y acogedora. El desorden era típico de alguien con su propio sentido del método, yJasperodus ya sabía hasta qué punto el método era eficaz.Volvió a mirar a los viejos. Ellos, a su vez, ensayaban expresiones que tratabandesesperadamente de velar la ansiedad. Eran gente amable e inofensiva, y a los ojos deJasperodus más bien patética, pues sus ávidas expectativas serían irremediablementedefraudadas
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