Clotilde Troll es una muchacha caprichosa y adinerada. Todos los jóvenes de su ciudad natal la cortejan y algunos pierden realmente la cabeza por ella; todos, menos uno, Filimario Dublé, caballero descendiente de una noble familia, de fuerte carácter, insobornable como dice que fueron sus antepasados. Tan testarudo es Filimario que no vacila en exponerse a perder una fortuna de seiscientos millones de francos, nada más que por resistirse a beber una dosis de aceite de ricino. Como siempre sucede.
Clotilde se irrita por la indiferencia de Filimario, que le resulta agraviante, y buscando la manera de conquistarlo, lo hace secuestrar, lo embarca en un yate y lo desembarca en una isla desierta, juntamente con dos compañeros elegidos al azar, quienes después resultan excelentes camaradas del caballero Filimario.
Los tres secuestrados son víctimas de unos piratas que los apresan y los conducen a Nueva York; la comedia se complica cuando son capturados como contrabandistas de opio, pero Clotilde interviene y los liberta bajo fianza. Necesitados de dinero en un país extraño, desempeñan los más pintorescos oficios, incluso el papel de condes en una fiesta de campanillas, alquilados para el caso.
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