I. El experimento-Estoy contento de que hayas venido, Clarke; de hecho, muy contento. No estaba seguro de que pudieras darte el tiempo.-Pude hacer algunos arreglos por unos pocos días; las cosas no están muy activas justamente ahora. Pero Raymond, ¿no tienes dudas? ¿Es absolutamente seguro?Los dos hombres paseaban lentamente por la terraza frente a la casa del doctor Raymond. El sol oriental aún colgaba sobre la línea montañosa, pero brillaba con un pálido resplandor rojizo que no producía sombras, y el aire estaba en calma; una dulce brisa vino desde el bosque en la ladera, colina arriba, y con ella, por intervalos, el suave y murmurante arrullo de las palomas silvestres. Abajo, en el largo y hermoso valle, el río serpenteaba entre las colinas solitarias y, minetras el sol flotaba y se desvanecía hacia el oeste, una suave bruma, de un blanco puro, comenzó a emerger desde las colinas. El doctor Raymond se volvió seriamente hacia su amigo:-¿Seguro? Por supuesto que lo es. La operación es en sí misma una intervención perfectamente simple, cualquier cirujano podría hacerla.-¿Y no hay peligro durante alguna otra etapa?-Ninguno; absolutamente ningún riesgo físico. Te doy mi palabra. Siempre eres tan tímido, Clarke, siempre, pero tú conoces mi historia. Me he dedicado a la medicina trascendental durante los últimos veinte años. He sido llamado farsante, charlatán e impostor, sin embargo, todo el tiempo supe que me encontraba en el camino correcto. Hace cinco años alcancé la meta, y cada día desde entonces ha sido una preparación para lo que haremos esta noche.-Me gustaría creer que todo eso es cierto -Clarke frunció el entrecejo y miró dubitativamente al doctor Raymond-. ¿Estás perfectamente seguro, Raymond, que tu teoría no es una fantasmagoria -por cierto que una visión espléndida, sin embargo, una mera visión depués de todo?El Dr. Raymond detuvo su marcha y se volvió seriamente. Era un hombre de mediana edad, macilento y delgado, de complexión amarillo pálida, sim embargo, mientras le respondía y enfrentaba a Clarke, un rubor asomó en sus mejillas.
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