Cuando Daniel Blake supo que su abuela le había dejado la mitad del negocio a Jane Marley, una de sus empleadas, se puso furioso. El infierno se desató cuando Jane se cambió a su parte de la casa e intentó, de la mejor forma posible, razonar con él. ¿Pero cómo podía haber una solución lógica cuando él se negaba a cooperar? ¿Sería únicamente una cuestión de tiempo?
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