Se tiene lástima del pobre género humano que se de-güella por «algunas aranzadas de hielo» decían los filósofosdel siglo XVIII; y esto es lo peor que podían decir tratándosedel Canadá, cuya posesión disputaban, en aquella época, losfranceses a los soldados de Inglaterra.Doscientos años antes, Francisco I exclamó, respecto aciertos territorios americanos reclamados por el rey de Es-paña y por el de Portugal: «Me gustaría mucho ver el artículodel testamento de Adán que les lega esa vasta herencia» Elrey de Francia no iba tan descaminado en sus pretensiones,puesto que algún tiempo después una parte de aquellos te-rritorios tomaron el nombre de Nueva Francia; y aun cuandolos franceses no han podido conservar aquella magníficacolonia americana, la mayor parte da sus habitantes sonfranceses de corazón y están unidos a la antigua Galia porlos lazos de la sangre, por la identidad da raza ...
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