Asombra y maravilla que los hombres hayan podido, a través de su observación perseverante, su vigilancia continua y sus exploraciones arriesgadas, determinar la medida de los cielos, sus movimientos rápidos y lentos, sus proporciones, el tamaño de las estrellas ?no sólo de las cercanas sino también de las más lejanas?, y la geografía de la tierra y los mares: cosas que, ya sea en su totalidad o en su mayor parte, nos parecen razonables; cuánto más maravillosa debemos estimar la investigación y la descripción del lugar y la forma del Infierno.
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