La experiencia nos ofrece unas cuantas lecciones. Que la puerilidad y el tono moralizante no son los mejores recursos para ganar el interés infantil. Que el fondo irracional, intuitivo, imaginativo que subyace en los mitos, los juegos tradicionales, las coplas populares, ejerce invariablemente su fascinación. Que muchas grandes obras de la literatura infantil no fueron escritas expresamente para niños (episodios de Las mil y una noches, Robinson Crusoe, Los viajes de Gulliver), y muchas grandes obras escritas para niños han ganado una aceptación igualmente entusiasta entre los adultos (La isla del Tesoro, Alicia en el país de las maravillas, El Principito, Cuentos de la selva). Que no importa que la lectura que haga un niño sea distinta a la de un adulto. Que la primera vez que leemos Las aventuras de Tom Sawyer, Pinocho o Los tres mosqueteros disfrutamos lo puramente anecdótico, y que sólo en lecturas posteriores, cuando hemos alcanzado una mayor experiencia como seres humanos y como lectores, podemos descubrir, más allá de los risibles o angustiosos o intrigantes sucedidos, la sabiduría, la comprensión, la compasión de Mark Twain, Collodi o Dumas por la condición humana. Al final de cuentas, la lectura depende de la experiencia, de las lecturas anteriores, del humor que cada quien tenga, y no todos los adultos ni todos los niños descubren ni disfrutan las mismas cosas en una obra literaria.
Género: Literatura,Varios
Tamaño: 449 Kb
Tiene audiolibro: NO
Presentación: Libro
Calidad: Sin OCR
Idioma original: Sin clasificar
Idioma del texto: Castellano
Clasificado: Sin clasificar
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