Taleph fue el primero y creo que al salir, se dejó la puerta abierta, porque los demás fueron escapándose poco a poco sin pedir permiso y a horas intempestivas. Cada uno de ellos es un trocito de vida, recuerdos que se entrecruzan, momentos buenos y malos, un amor malherido o anhelado, platonismos, al fin y al cabo. Reflejan lo vivido, lo leído y lo escuchado, lo conocido y lo que aún queda pendiente, los pensamientos que acompañan a la gente en esos momentos de soledad. Cada relato tiene su historia: en Sueños extraños, la base está en una clase de inglés y una frase: ‘Soñó fuego, hielo y lágrimas’. A partir de ahí, las ideas volaron solas sobre el papel, casi sin dar tiempo al bolígrafo a plasmarlas de manera ordenada. Luna es el relato de un amor real y despechado, un amor imposible e irreconciliable que acabó quedando reflejado en esta historia de locura y pasión, y una semana en el teatro dio como resultado la creación de La cita. La astronomía es una disciplina más pagana que científica, ¿quién no ha soñado jamás con viajar a las estrellas y conocer sus secretos? ¡No me mires! es el diálogo que todos hemos creído mantener en esas noches veraniegas de cielos estrellados que invitan a mirarlos. El llanto, uno de los mayores privilegios de las personas, el surrealismo y la estupidez humana confluyen en Lágrimas, que acabó, contra todo pronóstico, siendo una tragedia.
¿Trágica yo? Quizás, de hecho, ninguna de estas historias tiene un final feliz. Algunas, de hecho, ni siquiera tienen final. No me gustan los cuentos de hadas, siempre me parecieron hipócritas al enseñarnos eso que jamás podremos encontrar. Quizá todo lo que escriba sea trágico, pero ¿acaso no lo es el mundo real? Las hadas madrinas no existen, y los dioses hace tiempo que se cansaron de mirar al hombre y entretenerse con sus historias. Lejos de ser individuales, estas historias están unidas entre sí por hilos invisibles, lazos mucho más fuertes de lo que pudieran parecer a primera vista. Cada una está escrita en un momento concreto, delimitada por unos hechos que determinaron su forma, su contenido y la historia en sí. Nada está al azar, y lejos de decir, como en las películas que cualquier parecido con la realidad es casual, más bien habría que decir lo contrario. Los nombres, los rasgos y el comportamiento de los personajes no son azarosos, estos relatos tienen mucho de autobiográfico. Son historias cotidianas, personales, que sólo quien sea capaz de leer entre líneas podrá comprender en su totalidad. Hay que acercarse a ellas en la complicidad de la noche, son, en definitiva, historias para ser leídas a media voz

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