Se han escrito muchas, muchísimas biografías de Isabel II, quizá en gran parte porque fue mujer, y también porque su vida ofrece lances humanamente interesantes o si se quiere anécdotas interesantes. De estas biografías muchas son muy buenas, otras se detienen en detalles que son ciertos, pero que no nos esclarecen el conjunto; otras se ceban en el morbo. Todas son hasta cierto punto útiles, en cuanto nos permiten escarbar aspectos de la persona o de la época; por más que, naturalmente, unas ofrecen más confianza y rigor en el análisis muy superior al de otras.
Hoy sabemos muchas cosas sobre Isabel II, su personalidad, su protagonismo en la historia de España, el ambiente que la rodeó, los problemas que perturbaron su existencia, la visión que de ella tuvieron estos y aquellos españoles. Lo que tal vez nos falta es un poco de comprensión. Con todas las personas es preciso una cierta dosis de comprensión humana. Bien entendido que comprensión no significa necesariamente justificación.
Pero es seguro que la comprensión humana nos acerca más a la persona estudiada, y esa capacidad de acercamiento parece necesaria a todo historiador, y hasta..... -¿cabe decirlo así? a todo lector. (Del Prólogo de José Luis Comellas).
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