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Información del Libro 'La Fuerza Espiritual De La Palabra De Mons. Romero'

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La Fuerza Espiritual De La Palabra De Mons. Romero

Enviado por bibliosolidaria el 2013-03-26 10:03:47




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La fuerza espiritual
de la Palabra de Monseñor Oscar A. Romero

Recopilado y presentado por Pablo Richard, Pbro.,
San José, Costa Rica / ssee@correo.co.cr



Introducción

No queremos escribir un libro más sobre Monseñor Romero. Hay muchos y muy buenos. Queremos más bien que sea el mismo Mons. Romero el que nos hable directamente. Aquí presentamos mas de 60 párrafos cortos, con aquellas palabras más representativas de Monseñor, aquellas que nos introducen directamente en su mente y corazón de pastor y profeta. Lo que hice fue simplemente buscar esas frases y ponerles un título indicativo sobre su contenido. Aquí presento en un orden cronológico sus palabras desde el año 1977 hasta el 24 de marzo de 1980. La fecha entre paréntesis permite encontrar el texto completo en la edición de sus homilías.
Hay dos párrafos de sus homilías que expresan con fidelidad el espíritu de esta colección:

?La palabra queda.
Y éste es el gran consuelo del que predica.
Mi voz desaparecerá, pero mi palabra que es Cristo
quedará en los corazones que lo hayan querido acoger?
(17.12.78)

?Hermanos, guarden este tesoro. No es mi pobre palabra la que siembra esperanza y fe; es que yo no soy más que el humilde resonar de Dios en este pueblo?

(2.10.77).

Hemos puesto al comienzo una biografía mínima de Mons. Romero, pensando en aquellos que apenas lo empiezan a conocer o como ayuda memoria para nosotros. Al final, después de leer y ?oír? el disparo que atravesó el corazón de Mons. Romero, puse aquella poesía impactante de Mons. Pedro Casaldáliga, titulada ?San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro?. Es la poesía que mejor expresa lo que uno siente y piensa después de haber conocido el pensamiento de Mons. Romero, después de escuchar su última homilía y escuchar el disparo que puso fin a sus días. Pero un momento: ahí no termina esta presentación. Puse al final aquel texto profético que nos permite seguir escuchando a Mons. Romero y encontrarlo en su resurrección. Aquí adelanto dos frases de este texto profético:

?Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño.
Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás?
(marzo 1980).

Por último, quiero decir que este trabajo lo he realizado con una profunda gratitud hacia Monseñor Romero. En dos ocasiones en 1979 y en otra en enero de1980, tuve un encuentro largo y personal con Monseñor que marcó definitivamente mi vida.

Biografía mínima de Mons. Romero

(Recortes y adaptación de la biografía presentada en Internet por la Biblioteca Virtual Cervantes)

Óscar Arnulfo Romero nació en Ciudad Barrios (San Miguel) el 15 de agosto de 1917. Fue el segundo de 8 hermanos de una modesta familia. Su padre, Santos, era empleado de correo y telegrafista y su madre, Guadalupe de Jesús, se ocupaba de las tareas domésticas. El Salvador era por entonces un país de relativa prosperidad económica (gracias al cultivo y exportación de café), pero dominado por un poder oligárquico que mantenía oprimida a la población campesina.

A muy corta edad tuvo que interrumpir sus estudios debido a una grave enfermedad, de manera que a los 12 años trabajaba ya como aprendiz en una carpintería. Su ingreso en el seminario menor de San Miguel tiene lugar en 1931. Allí permaneció durante 6 años hasta que tuvo que interrumpir de nuevo sus estudios, esta vez para ayudar a su familia en unos momentos de dificultad económica. Durante tres meses trabajó con sus hermanos en las minas de oro de Potosí por 50 centavos al día.
En 1937 Óscar ingresa al Seminario Mayor de San José de la Montaña en San Salvador. Siete meses más tarde es enviado a Roma para proseguir sus estudios de Teología. Es ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942 y continúa en Roma un tiempo con el fin de iniciar una tesis doctoral, pero la guerra europea le impide terminar los estudios y se ve obligado a regresar a El Salvador.



Su labor como sacerdote comienza en la parroquia de Anamorós, trasladándose poco después a San Miguel, donde durante 20 años realiza labor pastoral. En esos años, su trabajo es el de un sacerdote dedicado a la oración y la actividad pastoral, pero todavía sin un compromiso social evidente. El país vive sumido en un caos político, donde se suceden golpes de estado en los que el poder queda casi siempre en manos de los militares.

En 1966 Monseñor fue elegido Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador. Comienza así una actividad pública más intensa que viene a coincidir con un periodo de amplio desarrollo de los movimientos populares.
Su nombramiento como obispo auxiliar de Monseñor Luis Chávez y González, en 1970, no fue bien visto por los sectores más renovadores: Monseñor Chávez y González y Monseñor Rivera (también obispo auxiliar) estaban impulsando los cambios pastorales que el Vaticano II y la Conferencia de Medellín de 1968 exigían para el desarrollo de una nueva forma de entender el papel de la Iglesia Católica en América Latina y los planteamientos de Monseñor Romero, nombrado además director del periódico Orientación, eran todavía muy conservadores.

Nombrado Obispo de la Diócesis de Santiago de María, se traslada a la misma en diciembre de 1974. El contexto político se caracteriza sobre todo por una especial represión contra los campesinos organizados. En junio de 1975 se producen los hechos de Tres Calles: la Guardia Nacional asesina a 5 campesinos. Monseñor Romero llega a consolar a los familiares de las víctimas y a celebrar la misa. No hace una denuncia pública de lo ocurrido, como le habían pedido algunos sectores, pero sí envía una dura carta al presidente Molina.
El nombramiento de Monseñor Romero como arzobispo de San Salvador, el 23 de febrero de 1977, es una sorpresa negativa para el sector renovador, que esperaba el nombramiento de Monseñor Rivera, y una alegría para el gobierno y los grupos de poder, que ven en este religioso de 59 años un posible freno a la actividad de compromiso con los más pobres que estaba desarrollando la Arquidiócesis.

Sin embargo, un hecho ocurrido apenas unas semanas más tarde, que se revelará decisivo en la escalada de violencia sufrida en El Salvador, va a dejar clara la futura línea de actuación de Romero: el 12 de marzo de 1977 es asesinado el padre jesuita Rutilio Grande, que colaboraba en la creación de grupos campesinos de autoayuda y buen amigo de Monseñor. El recién electo arzobispo insta al presidente Molina para que investigue las circunstancias de la muerte y, ante la pasividad del gobierno y el silencio de la prensa a causa de la censur...

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