Todo empezó bruscamente, sin que ninguno de nosotros pudierasiquiera preverlo.Allí, en la Base Central de Plutón, comenzó lo que más tarde seconvertiría en una guerra a muerte, sin cuartel, entre la todavía jovenhumanidad y... los invasores.No supimos qué era lo que nos iba a destruir. Era lógico, pues, que ennuestros rostros, los rostros de quinientos hombres y mujeres, se reflejarala incredulidad cuando, en toda la Base, parpadearon las luces rojas dealarma. Incluso llegamos a pensar que se trataría de una prueba de ataquefalso. En la Base se hacían ese tipo de pruebas para la capacitación delpersonal, no sólo militar, sino también, y sobre todo, científico, que había enella. Pero no pasaban de ser eso: simples simulacros efectuados con hastíodebido a que pensábamos que todo aquello era inútil. ¿Para quénecesitábamos falsas maniobras de combate si, en el siglo XXII, se habíandesterrado ya las guerras en todo el Sistema Solar y no había enemigoscontra los que combatir, por lo que el ejército estaba en peligro dedesaparecer? Lo que no sabíamos es que «ellos» estaban allí, demasiadocerca y que la muerte caía hacia nosotros desde el cielo tachonado deestrellas. Ellas serían las únicas que contemplarían la destrucción de la Basey de los seres humanos que allí trabajaban. Ellas... y unos pocossupervivientes
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