Aunque sólo tiene catorce años, la capacidad de Sara Stanley con la narración atrae a los oyentes de los alrededores de la pequeña ciudad de Carlisle.

—"Me gustan los caminos porque uno puede estar siempre preguntándose qué hay al final de ellos".

La Niña de los Cuentos dijo eso cierta vez. Félix y yo, en la mañana de mayo en que salimos de Toronto hacia la Isla del Príncipe Eduardo, aun no la habíamos oído decir tal cosa y, la verdad sea dicha, apenas si teníamos noticias de la existencia de un ser que se llamase "la Niña de los Cuentos".

Al menos no la conocíamos con ese nombre.

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