Si orientamos nuestra atención hacia la vida enla ciudad, observaremos que la plaza del mercadocomienza a poblarse aún antes de amanecer. La pla-za del mercado, es un rectángulo alargado, rodeadode salas abiertas y a esa temprana hora del día, quedebe observarse estrictamente en razón del calorque aprieta más tarde, aparece iluminada por nume-rosas luces. Los vendedores ofrecen allí todo cuantose necesita en una cocina, expuesto sobre la tierra obien sobre mesitas pequeñas; pescado, hortalizas,frutas, carne, etc. Sólo durante la estación lluviosa elmercader y sus productos buscan refugio bajo te-cho. ¡Qué algarabía! ¡Qué olores! Ningún blancolibre se hace ver en la plaza del mercado. única-mente los negros o los esclavos de color se encar-gan de hacer las compras para sus respectivos amos.Tenía para mí un encanto especial pasearme entreaquel tumulto.
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