- El golpe artístico final -dijo Einstein divertido-. Las señas del remitente son «M.M.M. Calle Jermyn, 93. Londres. R.O.-, aunque no veo sellos y, evidentemente, no ha pasado por Correos.-Empezó a rasgar el papel-.
- ¡Por amor de Dios! -gritó Babcock-. ¡No! ¡No puede estar usted seguro de su teoría! ¡No es usted inmune al peligro!
-Oh, no estoy preocupado -dijo Einstein, rasgando y rompiendo la envoltura hasta que apareció el libro. Se echó entonces a reír; al principio, con una risa apagada, que luego, se fue haciendo más y más fuerte, hasta que su rostro se distorsionó y aparecieron lágrimas en sus ojos. ¿La risa de la locura histérica? Einstein, finalmente, recuperó el control y levantó el libro para que Joyce y Babcock pudieran verlo.
- ¡Aquí está, caballeros! -dijo-. El horror de los horrores... -El libro que sujetaba entre sus manos se titulaba...
Para ver más información debes estar identificado / registrado.