Mark Rogers era buscador de oro; con ánimo de conseguir material radiactivo y metales raros llegó hastael cinturón de asteroides, donde buscó durante varios años, saltando de fragmento en fragmento, sinencontrar gran cosa. Al cabo de un tiempo se instaló en un trozo de roca de un kilómetro de espesor.Puesto que había nacido viejo, no envejeció mayormente en el transcurso de los años. Tenía el rostroblanco, como la palidez del espacio, y las manos le temblaban un poco. Bautizó a su fragmento de roca conel nombre de Martha, en memoria de una muchacha que nunca había conocido.Hizo un pequeño descubrimiento, lo bastante bueno como para equipar a Martha con una bomba deaire y un cobertizo, unas cuantas toneladas de tierra y algunos tanques de agua, y consiguió un robot.Finalmente, se instaló allí para mirar las estrellas.El robot era un modelo común para todo trabajo, con memoria incluida y un vocabulario de treintapalabras. Mark se lo amplió poco a poco. Sabía algo de mecánica, y disfrutaba adaptando el medio a susnecesidades.
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