Resena: Dios mío, qué grande es! —susurró ásperamente Harding—. Nunca había imaginado
que algo pudiera ser tan grande.
La palabra
grande
no alcanzaba a definirlo. Un reluciente rascacielos en medio de la llanura;
una torre de metal sin ventanas, que empequeñecía a cuantas construcciones la rodeaban. No
era un edificio, sino una nave espacial. Veinte mil toneladas que pronto bramarían con las
llamaradas de sus motores y se elevarían con un estremecimiento, lentamente al principio, con
más y más velocidad después, para lanzarse finalmente como una flecha hacia lo alto. El más
grande artefacto espacial que el hombre construyera o soñara en el curso de su historia.
El cuatrimotor de propulsión, enorme como era, quedaba reducido a la insignificancia. Era una
mosca junto a un campanario. Allí estaban los seis relucientes propulsores, todos idénticos,
cada uno más grande que la mayor nave espacial construida por los americanos. Durante el
vuelo debían desprenderse cinco de ellos, una vez agotado el combustible, para que el propulsor
central se encargara de proporcionar energía a la carga útil. Pero el término «carga útil» era
demasiado trivial para ser aplicado a la
Prometeo.
Prometeo, el mortal que robó el fuego a los
dioses para traerlo a la Tierra, convertido en la
Prometeo,
la máquina que circunvolaría la
Tierra a 32.300 kilómetros de altura y recogería en sus brazos extendidos la energía solar
para enviarla a la Tierra. Era la respuesta al problema energético de la Humanidad, la solución
definitiva que proporcionaría un ilimitado poder.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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