Resena: Lejos al norte se encuentran las Colinas de Hierro, las Montañas Grises y la Bahía helada
de Forochel; más allá sólo existe la gran desolación septentrional. Lejos al sur se extiende
Haradwaith, región de gentes fieras y oscuras; al oeste está el mar, y más allá del mar las tierras
inmortales de Oesternesse, de donde llegaron los pueblos Eldar y a donde todos volverán con el
tiempo. Al este está Mordor, que siempre fue una tierra maligna y desolada. Estos son los
límites de la Tierra Media, y este es el mundo que J.R.R.Tolkien exploró y cuya crónica
presenta en El Señor de los Anillos. No he dicho creó, porque siempre estuvo ahí.
El Señor de los Anillos y su prólogo, El Hobbit, pertenecen, desde mi punto de vista, a un
pequeño grupo de libros, canciones y poemas que he compartido con otras personas. Los más
extraños desconocidos parecen conocerlos, y hablamos acerca de Gandalf, Gollum o el Puente
de Khazad-dûm mientras la fiesta, la clase o el tren se alejan inadvertidamente de nosotros.
Viejos amigos los redescubren, como yo mismo lo hago –rebuscar en cualquier libro de la
Trilogía es verse atrapado una vez más en el conjunto de la Leyenda- y hablamos de ello como
si lo hubiéramos leído por vez primera, y como si estuviéramos recordando algo que nos
hubiera sucedido a los dos mucho tiempo atrás. Algo de nosotros ha pasado a formar parte de la
historia, y ahora esta nos pertenece.
La Tierra Media, es un poco como nuestra tierra, algo mítica quizás, pero no demasiado.
Su luz es la de los largos veranos de nuestra infancia, y sus pesadillas son como las de los niños:
sobrecogedoras visiones de poder, sombras frías que bloquean para siempre la luz del sol. Pero
las fuerzas que controlan las vidas de los habitantes de la Tierra Media son las mismas que las
nuestras: tradición, azar y deseo. Es un mundo repleto de oportunidades, sujeto a las leyes
naturales, y únicamente separado por una delgada piel del caos aullante y primario que espera
en el exterior de cualquier mundo; no es Oz, ni el País de las Maravillas, sino un mundo repleto
de cosas y personas, olores y estaciones, como el nuestro.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura,
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