Resena:
Coloqué un montón de folios en blanco sobre la mesa y afilé un par de lápi-
ces con parsimonia. Me puse las gafas de escribir y encendí un cigarrillo. Perfecto.
Hasta ahí lo había hecho muy bien. El ceremonial previo se había desarrollado
conforme a lo previsto. Lo malo es que ahora no se me ocurría nada. Miré angus-
tiado a mi alrededor. Un poco de música, quizás. Me zambullí en la montaña de
discos polvorientos. Descarté lo extremadamente conceptual y lo exageradamen-
te romántico y me quedé con Ravel. El espíritu del vals llenó la habitación.
Satisfecho de mi astucia volví a la mesa. Mordí el lápiz. Seguro que todo consis-
tía en empezar. Por ejemplo:
Como soy muy viejo, he visto morir a todas las mujeres por quienes en otro
tiempo suspiré de amor...
¡Bárbaro! Así, cualquiera. Pero yo no era muy viejo, ni muy joven, ni muy
conservador, ni muy progresista, ni muy africano, ni muy europeo, ni muy alto, ni
muy bajo. Nací con la guerra terminada y el mayo del 68 me cogió a contrapié.
Qué testimonio de su tiempo podría dar quien ni siquiera podía dar fe de sí
mismo.
Me levanté, desdeñé la ordenada biblioteca con los clásicos obligados y los
modernos imprescindibles y me dirigí directamente al cuarto trastero. Allí se api-
laban en un gozoso desorden mis lecturas de niño y los libros de mis niños.
Sentado en el suelo, pasé revista a Celia, a Cuchifritín y Paquito, a Tarzán, a John
Carter y la Princesa de Marte, a Guillermo y los Proscritos, a Emilio y los
Detectives, a Bibí y las Conjuradas, a Mary Poppins, a Peter Pan y el Capitán
Garfio, a John Silver el Largo, al Coyote, a los Jinetes del Sol Poniente, a Astérix
y Obélix, a Roberto Alcázar y Pedrín y al Guerrero del Antifaz.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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