Resena: Hablar de Dios, acercar los hombres al Señor: así lo he visto desde que lo conocí, en 1935. Catequesis, días y cursos de retiro espiritual, dirección de almas, cartas breves e incisivas, que llevaban en los trazos -rápidos y definidos- la paz a muchas conciencias. En los primeros meses de 1936 llegó a enfermar; los médicos diagnosticaron sólo cansancio. Predicaba, a veces, hasta diez horas diarias. El clero de casi todas las diócesis españolas recibió su predicación; lo llamaban los Obispos y él recorría el país, a sus propias expensas -en aquellos trenes de entonces-, sin más pago que la amorosa obligación de hablar de Dios.
Mons. Álvaro del Portillo
Idioma: Castellano
Categoría: Religión, Cristianismo
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