Resena: Seguro, tuvimos problemas construyendo la Estación Del Espacio Número Uno... pero
esos problemas fueron la gente.
No es que construir una Estación a treinta y cinco mil seiscientos kilómetros en el
espacio sea una fruslería. Era una obra de ingeniería mucho mayor que el Canal de
Panamá o las Pirámides... - o incluso la Pila de Energía de Susquehanna -. Pero «Chico»
Larsen la construyó... y cuando Chico empieza algo lo termina.
Me encontré por primera vez con Chico jugando como guardameta en un equipo
semiprofesional, abriéndose camino en el Politécnico Oppenheimer. Luego trabajó
algunos veranos conmigo, hasta que se graduó. Siguió en la construcción, y finalmente fui
a trabajar para él.
Chico no emprendía nunca un trabajo a menos que estuviera satisfecho con su parte
de ingeniería. La Estación comportaba trabajos que necesitaban más bien monos de seis
brazos que hombres adultos con trajes del espacio. Chico se encargó de encontrarlos; ni
una tonelada de material fue enviada al espacio hasta que las especificaciones y los
diseños fueron de su agrado.
Pero había gente que nos dio quebraderos de cabeza. Teníamos un aluvión de
hombres casados, pero el resto eran chicos alocados, atraídos por la buena paga y la
aventura. Algunos eran curtidos hombres del espacio. Algunos eran especialistas, como
electricistas e instrumentistas. Casi la mitad eran buzos de profundidad, acostumbrados a
trabajar encerrados en trajes de presión. Había también trabajadores en cajón hidráulico,
y montadores, y soldadores, y armadores de barcos, y dos acróbatas de circo.
Despedimos a cuatro de ellos por emborracharse durante el trabajo; Chico tuvo que
luchar duramente antes de que aceptaran ser despedidos. Lo que nos preocupaba era:
¿de dónde sacaban la bebida? Resultó que un armador de barco había montado un
alambique en frío, utilizando el vacío que nos rodeaba. Estaba fabricando vodka con
patatas robadas del almacén. Lamenté echarlo, pero era demasiado listo.
Teniendo en cuenta que nos movíamos en caída libre en una órbita circular de
veinticuatro horas, con todas las cosas ingrávidas y notando, comprenderán que algo
como jugar a los dados era completamente imposible. Pero un radiotelegrafista llamado
Peters se las ingenió para crear unos dados de acero y un campo magnético. Así eliminó
también el elemento suerte, de modo que también tuvimos que echarlo.
Planeamos embarcarlo en la próxima nave de aprovisionamiento, la R. S. Media Luna.
Yo estaba en la oficina de Chico cuando usó sus chorros para ajustarse a nuestra órbita.
Chico se dirigió a la portilla de babor.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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