Resena: El término molécula (de la palabra latina que significa «masa pequeña») originalmente
se aplicó a la última unidad indivisible de una sustancia. Y, en cierto sentido, es una
partícula simple, debido a que no puede desintegrarse sin perder su identidad. En efecto,
una molécula de azúcar o de agua puede dividirse en átomos o grupos simples, pero en
este caso deja de ser azúcar o agua. Incluso una molécula de hidrógeno pierde sus
características propiedades químicas cuando se escinde en sus dos átomos de hidrógeno
constituyentes.
Del mismo modo como el átomo ha sido motivo de gran excitación en la Física del siglo
xx, así la molécula fue el sujeto de descubrimientos igualmente excitantes en la
Química. Los químicos han sido capaces de desarrollar imágenes detalladas de la
estructura de moléculas incluso muy complejas, de identificar el papel desempeñado por
moléculas específicas en los sistemas vivos, de crear elaboradas moléculas nuevas, y de
predecir el comportamiento de la molécula de una estructura dada con sorprendente
exactitud.
Hacia mediados de este siglo, las complejas moléculas que forman las unidades clave de
los tejidos vivos, las proteínas o los ácidos nucleicos, fueron estudiadas con todas las
técnicas puestas a disposición por una Química y una Física avanzadas. Las dos
Ciencias, «Bioquímica» (el estudio de las reacciones químicas que tienen lugar en el
tejido vivo) y «Biofísica» (el estudio de las fuerzas y fenómenos físicos implicados en
los procesos vivos), confluyeron para formar una nueva disciplina: la «Biología
molecular». A través de los hallazgos de la Biología molecular, la Ciencia moderna ha
logrado, en una sola generación de esfuerzos, todo salvo definir exactamente dónde se
halla la frontera entre lo vivo y lo inanimado.
Pero, hace menos de un siglo y medio, no se comprendía siquiera la estructura de la
molécula más sencilla.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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