Resena: Vaciló un instante en el corredor y echó una última y larga mirada al camino que tenía
a su espalda: a los verdes árboles que crecían a su vera, a los campos amarillos, a las
distantes colinas y a la brillante luz del sol. Después abrió la puerta, entró y la cerró tras
de sí.
Se volvió al oír el extraño ruido de la puerta al cerrarse y solamente apareció una
pared en blanco. No existía picaporte ni cerradura y si acaso tenía bordes aquella puerta,
ajustaban tan bien que no se distinguían en absoluto.
Ante él vio un vestíbulo lleno de telarañas. El piso tenía una espesa capa de polvo, en
la que aparecían dos delgadas y alargadas huellas, como si fueran el testimonio del paso
de dos serpientes muy pequeñas o dos gusanos muy grandes. Eran muy débiles y no
reparó en ellas hasta que llegó a la primera puerta de la derecha, la que tenía la
inscripción Semper Fidelis en viejos caracteres ingleses.
Detrás de la puerta encontró un pequeño cuarto rojo, no mayor que un vestidor grande.
En un lado había una sola silla, con una pata rota y colgando un retrato, enmarcado con
elegancia, de Benjamín Franklin. Pendía torcido y el cristal estaba agrietado. No había
polvo en el piso y parecía como si el cuarto hubiera sido limpiado recientemente. En el
centro del piso yacía una cimitarra curva. Tenía manchas rojas sobre la empuñadura, y en
el filo se podía apreciar una gruesa capa de un líquido verdoso. Fuera de esto, el cuarto
estaba vacío.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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