Resena: El Occidente medieval nació de las ruinas del mundo romano. En ellas encontró un apoyo y un obstáculo a la vez. Roma fue su alimento y su parálisis. La historia romana, establecida por Rómulo bajo el signo del aislamiento, no es más que la historia de una grandiosa clausura, incluso en sus mayores éxitos. La ciudad reúne en torno a ella un espacio dilatado por las conquistas hasta un perímetro óptimo de defensa que ella misma se propone en el siglo I encerrar tras los limes (limites), verdadera muralla china del mundo occidental. Dentro de esa muralla Roma explota sin crear: ninguna innovación técnica desde la época helenística, una economía nutrida por el pillaje donde las guerras victoriosas proporcionan la mano de obra servil y los metales preciosos arrancados de los bienes atesorados de Oriente. Sobresale, eso sí, en las artes conservadoras: la guerra, siempre defensiva pese a las apariencias de la conquista, el derecho, que se construye sobre el andamiaje de los precedentes y previene contra las innovaciones, el sentido del Estado que garantiza la estabilidad de las instituciones, la arquitectura, arte por excelencia del habitat. Esta obra maestra de permanencia, de integraciones, que fue la civilización romana se vio atacada en la segunda mitad del siglo II por la erosión de fuerzas de destrucción y de renovación
Categoría: Sociales, Historia
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