Resena: ESAS MALDITAS GAVIOTAS! —se quejó Richard Mait-land—. ¿No puedes alejarlas?
Judith estaba detrás de la silla de ruedas y las manos se le movían alrededor de los
ojos vendados de Maitland como palomas nerviosas. Miró la orilla del río, en el
extremo del prado.
—Trata de pensar en otra cosa, querido. Están ahí posadas, nada más.
—¿Nada más? ]Eso es lo que me molesta! —Maitland levantó el bastón y golpeó el aire
vigorosamente—. ¡Siento que están todas ahí, mirándome!
Habían elegido la casa de la madre de Richard como sitio de descanso, en parte porque
suponían que la abundante provisión de recuerdos visuales compensaría de algún
modo la ceguera temporal de Maitland, una trivial"lesión ocular que se había infectado,
obligándolo finalmente a operarse y a pasar un mes entero con una venda en los ojos.
No habían tenido en cuenta, sin embargo, la amplia extensión de los otros sentidos. La
casa estaba a ocho kilómetros de la costa, pero en la marea baja una bandada de
voraces aves marinas volaba río arriba y se posaba en el barro a cincuenta metros del
prado, donde Maitland descansaba en la silla de ruedas. Judith apenas oía las gaviotas,
pero para Maitland el rapaz picoteo llenaba el aire cálido como los gritos de un salvaje
coro dioni-síaco. Imaginaba a veces vividamente la sangre de miles de peces
desmembrados que empapaba las orillas.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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