Resena:
Riley ha muerto. Le hicieron el mayor entierro que jamás se haya visto en Carter City.
Nadie se había preocupado de Riley cuando éste aún estaba vivo. Y no se puede acusar a
nadie por ello ya que Riley, cuando vivía, no era más que un polizonte cualquiera, y más
pies planos que ninguno. Y la vida de Riley, aunque se diga lo contrario, nunca fue
demasiado brillante.
Sin embargo, ahí está el parque Riley en pleno Carter City, y el teatro Riley con
atracciones dos veces por semana y una estatua dedicada a su memoria, tanto si quiere
usted creerlo como si no, en plena plaza del Ayuntamiento.
La vida de Riley no fue mas que un desastre. Pero ¡ah, la muerte de Riley! ¿No me
cree? Escuche, pues.
El nombre propio de Riley era Ben, y Ben Riley era un tipo grande y desgarbado con
más vello en las manos que en la cabeza. Tenía el aspecto de un barril de cerveza. Tanto
por fuera como por dentro, no sé si me explico.
Hay buenos y malos irlandeses. Ben Riley no entraba en ninguno de los dos grupos;
solamente se quedaba en irlandés. Vivía para jugar al «rummy» y para beber, y odiaba
todo lo que fuese caminar o trabajar. No se le puede criticar porque no le gustase caminar
puesto que tenía callos y juanetes. Y tampoco se le puede acusar porque no le gustase el
trabajo, ya que trabajo significa para un detective, o bien caminar o bien pensar. Y él no
estaba bien equipado para ninguna de las dos cosas
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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