Resena: Las CARTAS DE PIERRE no proceden de la tierra; fueron dictadas por un hijo, que ya no pertenecía a este mundo, a su madre que continuaba en él. Toda su enseñanza podría resumirse en esta frase de una de las cartas: "La muerte no rompe nada, ni el amor, ni la vida". En principio, esto ya lo sabemos. Lo conocemos a través de Cristo y de los grandes iluminados que le precedieron y le siguieron, pero era necesario refrescar nuestras memorias. Había que renovar las pruebas de la continuidad de la persona en ese otro mundo que no es tan distinto como uno se imagina.
Pero ¿quién era Pierre Monnier? Un oficial de 23 años que cayó el 8 de enero de 1915 en el frente de Argonne. Un hijo único cuya desaparición fue un drama que, no por haberse representado 1.500.000 veces, fue menos desgarrador, atroz y único.
La medida del dolor de su madre fue proporcional al tesoro perdido, es decir, sin medida. Un hijo muerto es el fin del mundo. Y puede ser también el fin de Dios. No fue éste el caso de la señora Monnier: a pesar de que, dentro de su muy estricta ortodoxia protestante, en lo único que creía era en la resurrección del Ultimo Día, su fe no se vino abajo.
La misión de Pierre consistió precisamente en anunciarle a ella, y a nosotros a través de ella, la resurrección inmediata, la realidad de la presencia de los desaparecidos que, muy lejos de dormir, continúan pensando, amando, actuando en los espacios espirituales.
Idioma: Castellano
Categoría: Mística y Esoterismo,
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