Resena:
Ya lo traen! ¡Ya lo traen!
-¿Por dónde?
-Por el cementerio. Dicen que lo alcanzaron en el cementerio.
La multitud, fatigada, nerviosa de tanto esperar, se arremolinó y empezó a
deshacerse. La mayor parte, sin darse cuenta de lo que hacían, caminaban de
arriba abajo por el camino real, pero sin salir de él, o daban vueltas, como
buscando una moneda que se les hubiese extraviado, alrededor del mismo punto.
Otros corrieron por las calles que del camino real suben a la plaza de la iglesia.
Algunos fueron a reunirse a los que, en corro, y con la más loca agitación,
discutían frente a la fachada de la iglesia, en un altozano. Entretanto los pulperos,
a la voz de "ya lo traen" cerraban y atrancaban por dentro sus pulperías. Y después
de cerrar, ninguno se quedaba dentro: salían a sumarse a la muchedumbre
armados, el uno de revólver, el otro de un varal de araguaney, los más con el filoso
cola-de-gallo. Don José, el más respetable por la edad, la hacienda y la virtud, se
paseaba en mangas de camisa por el corredor de su establecimiento. Provisto de un
corto y fuerte cuchillo de caza, decía:
-Es necesario hacer un ejemplar. Es necesario un castigo. No se debe dejar
sin castigo una cosa tan fea. En este pueblo no había pasado nunca.
-¡Nunca! Es verdad... Es necesario un castigo -coreaban los otros.
De repente, sobre el coro, se alzó rasgando la sutil seda del aire estival una
voz airada y plañidera. A la puerta de una casita, hacia el fin de una de las calles
que van a la plaza del pueblo, una vieja mulata canosa, con desgreñada cabeza de
Medusa, vociferaba:
-¡Saturno! ¡Saturno! ¡La sangre de mi hijo! ¡Cobren la sangre de mi hijo!
-¿Quién es?
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura,
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