Resena: ¿Ustedes recuerdan cómo, hará unos doce años, varios de
nuestros amigos fueron sorprendidos con la noticia del
rompimiento del compromiso entre el joven Locksley y la
señorita Leary? Este evento causó conmoción en su momento.
Ambas partes eran dignas de cierta distinción: Locksley por su
riqueza, que se consideraba cuantiosa, y la joven por su belleza,
que realmente era grande. Yo solía escuchar que su orgulloso
novio la comparaba con la Venus del Milo; y, por cierto, si
usted puede imaginar a la diosa mutilada con sus miembros
completos, vestida por Madame de Crinoline, involucrada en
una ligera charla bajo el candelero del salón de pintura, puede
tener una vaga noción de la señorita Josephine Leary. Locksley,
como recuerdan, era un hombre pequeño, oscuro, y no
particularmente apuesto; cuando caminaba con su prometida era
sorprendente pensar que se hubiera aventurado a declararse a
una joven de proporciones tan heroicas. La señorita Leary tenía
los ojos grises y el cabello castaño que siempre le atribuí a la
famosa estatua. El único defecto en su cara, consistía en tener
una expresión carente de candor y dulzura, del todo inanimada.
Lo que hubo aparte de su belleza que atrajo a Locksley jamás lo
descubrí; puesto que su compromiso fue tan corto, debió ser
solo su belleza. Dije que su compromiso duró muy poco, porque
el rompimiento, se supone, vino por parte de él. Ambos
mantuvieron sabiamente su boca cerrada respecto a este punto;
pero entre sus amigos y enemigos corrieron muchas
explicaciones. La más popular entre los más allegados a
Locksley era que él se había retractado (estos eventos son muy
discutidos, como usted sabe, en los círculos de moda como una
esperada lucha por un premio, y su fracaso se discute en
reuniones de otro carácter) ante la flagrante evidencia de -¿qué,
infidelidad?- y las indiscutibles pruebas de un espíritu
mercenario por parte de Miss Leary. Usted ve, nuestro amigo
era considerado capaz de batallar por una «idea». Se debe tener
en cuenta que éste era un cargo novelesco; pero, por mi parte,
habiendo conocido de tiempo atrás a Mrs. Leary, la madre,
quien había enviudado con cuatro hijas, y se le tenía por una
vieja tacaña, no era imposible que su hija mayor siguiera sus
mismas huellas. Supongo que la familia de la joven dama, por
su parte, tiene una versión muy plausible de su decepción. Sin
embargo esta acabó pronto con el matrimonio de Josephine con
un caballero de expectativas casi tan brillantes como su anterior
pretendiente. ¿Y cual fue su compensación? De eso trata
precisamente mi historia.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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