Resena: Las Tres Leyes de la robótica:
1.— Un robot no debe causar daño a un ser humano ni, por inacción,
permitir que un ser humano sufra ningún daño.
2.— Un robot debe obedecer las órdenes impartidas por los seres
humanos, excepto cuando dichas órdenes estén reñidas con la Primera
Ley.
3.— Un robot debe proteger su propia existencia, mientras dicha
protección no esté reñida ni con la Primera ni con la Segunda Ley.
—Gracias —dijo Andrew Martin, aceptando el asiento que le ofrecían.
Su semblante no delataba a una persona acorralada, pero eso era.
En realidad su semblante no delataba nada, pues no dejaba ver otra
expresión que la tristeza de los ojos. Tenía el cabello lacio, castaño claro y
fino, y no había vello en su rostro. Parecía recién afeitado. Vestía
anticuadas, pero pulcras ropas de color rojo aterciopelado.
Al otro lado del escritorio estaba el cirujano, y la placa del escrito
incluía una serie indentificatoria de letras y números, pero Andrew no se
molestó en leerla. Bastaría con llamarle “doctor”.
—¿Cuándo se puede realizar la operación doctor? —preguntó.
El cirujano murmuró, con esa inalienable nota de respeto que un
robot siempre usaba ante un ser humano:
—No estoy seguro de entender cómo o en quién debe realizarse esa
operación, señor.
El rostro del cirujano habría revelado cierta respetuosa intransigencia
si tal expresión —o cualquier otra— hubiera sido posible en el acero
inoxidable con un ligero tono de bronce.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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