Resena:
«Los dioses descienden de los cielos.»
Robert Bowen,
Bob Bow
como sus amigos lo llamaban, hizo rugir su pequeña nave sideral sobre el
continente. Una vez y otra describió pasadas cada vez más bajas, incrementando el bramido de los
reactores y cuidando que los tubos dejaran en la noche una brillante estela. Le interesaba que no quedara
indígena alguno en mil leguas a la redonda que ignorara la llegada de la Nueva Era.
El planeta fue descubierto muy poco tiempo antes y era poco lo que se sabía de él, fuera del hecho de
ser habitable y estar habitado. Y de otro hecho que no trascendió mucho, pero del que Bob Bow estaba
enterado a causa de sus eficaces contactos en Exploración Galáctica. El planeta rebosaba materialmente de
elementos uránicos, los minerales más valiosos del universo.
De no estar habitado el astro quizás se hubiese anunciado una subasta de explotación, subasta que
podría
haber ganado Robert Bowen de insistir lo suficiente y siempre que sus adversarios ignorasen la
verdadera naturaleza del planeta... Pero la cosa estaba fuera de lugar, ya que el planeta poseía habitantes
inteligentes
Categoría: Lengua y Literatura,
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