El General ciclán, rebelde, traidor, dictador al que probablemente pronto canonicen, fomentó una educación antinatural: el súbdito español debía ser mitad monje, mitad soldado. Mi madre decidió, desde que yo era muy pequeña, mi ingreso en un convento. Así lo hizo con el apoyo de su Padre Espiritual, al que daba de merendar todas las tardes.
Descubrí mi sexualidad en el internado. Con este principio decidí escribir un libro sin el menor recato ni inhibición. Debía contar cómo viví a lo largo de varios años preservando mi virginidad, el himen intacto, disfrutando con total desenfreno de todas las variantes que el sexo y mis otros dos orificios me permitían, hasta decidir el momento y la persona, un transexual que me desflorara sin experimentar el repudio que un hombre "normal" producía en mi subconsciente, lascivo, libidinoso, lujurioso, violento, rijoso, de instintos primitivos, intentando hacer "estallar" el pellejito sublimado que tan celosamente había guardado durante algunos años.
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