Martel estaba furioso. Ni siquiera se ajustó la sangre para protegerla de esa furia. Atravesó el cuartogolpeando fuerte con los pies, sin mirar por dónde iba. Cuando vio que la mesa daba contra el suelo ynotó, por la expresión de Luci, que el estrépito había sido grande, miró hacia abajo para ver si tenía lapierna rota. No, explorador hasta la médula, tuvo que explorarsea sí mismo. El acto fue reflejo yautomático. El inventario incluyó las piernas, el abdomen, la caja torácica de instrumentos, las manos, losbrazos, la cara y la espalda con el espejo. Sólo entonces retomó Martel la furia. Habló con la voz, aunquesabía que Luci odiaba esos trompetazos y prefería que él escribiera
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