Cuando Papá Schimmelhorn se enteró de la guerra con Bobovia preparó la cesta con el almuerzo, envolvió su arma secreta en papel de embalaje y tomó el primer autobús que lo llevara a Washington. Se presentó en la puerta principal del Servicio de Armas Secretas, con cesta de almuerzo, barba y fagot.Sí, sí, han entendido bien: ¡Fagot! Había desenvuelto su arma secreta: parecía un fagot. La diferencia no era muy notable.El cabo Jerry Colliver, que estaba de guardia en la entrada, no se dio cuenta de que hubiera algo distinto. Lo que sabía era que el Servicio de Armas Secretas era una farsa ideada para quitarse de encima a los locos. El asunto era de lo más engorroso y todavía tenía que quedarse varias horas antes de poder ver a Kate.- ¡Buenos días, querido soldadito! - tronó Papá Schimmelhorn, agitando su fagot.El cabo Colliver les guiñó un ojo a dos miembros de la guardia que tomaban el sol con él en los escalones.
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