Adscrita al servicio comercial interplanetario, la nave Gladiador sería excepcionalmente rápida si no fuera tan meticulosa. O lo que es igual, perdía fisgando los rincones lo que ganaba corriendo. En realidad, no creemos cometer indiscreción diciendo que el servicio comercial interplanetario era una pantalla para actividades muy diferentes. Y la Gladiador aunque parecía un navío investigador, verdaderamente estaba registrado como crucero de guerra, si bien este secreto lo sabían muy pocos en la Tierra y Marte, sin contar, claro está, la tripulación, especialmente escogida. Gladiador, por decirlo así, informaba sobre las cosas raras que pasaban en los planetas y satélites: explotaciones mineras ilegales, regiones de confinamiento para indeseables, hallazgos que era necesario comprobar, depósitos de armas y cosas por el estilo. En fin, léase servicio de inteligencia en vez de servicio comercial y se habrá comprendido por qué la Gladiador corría menos de lo que podía y por qué escondía una batería de excelentes cañones desintegradores. Más difícil sería explicar por qué Marsuf estaba a bordo de dicha nave sin pertenecer al servicio, aunque de ello no estamos seguros. ¿Quién podía estar seguro de algo tratándose de Marsuf? Si alguien podía ser un espía excepcional, este alguien era Marsuf, el loco Marsuf, el admirado Marsuf, el hombre que podía estar en todas partes sin necesidad de justificarse, el que podía viajar en todas las naves sin tomar billete, el que desataba las lenguas con su sola presencia. Todo parecía favorecer el que Marsuf perteneciera al servicio, salvo una cosa: que Marsuf era demasiado emotivo, demasiado independiente para obedecer a nadie. Por unas razones o por otras, nosotros nos guardaremos bien de opinar si Marsuf hacía esto o si hacía lo otro
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