Durante más de medio siglo, las Naciones Unidas han sido para los EE.UU.el foro central donde intentar crear un mundo a su imagen y semejanza,maniobrando con sus aliados para forjar acuerdos globales sobre derechoshumanos, pruebas nucleares o medio ambiente que, según insistía Washington,reflejarían sus propios valores."Así transcurrió la historia de la posguerra", nos alecciona el primer párrafode un artículo de primera página del analista político del New York Times, DavidSanger. Pero los tiempos están cambiando. Hoy, dice el titular: "Estados Unidosestá exportando sus valores de libre mercado a través de acuerdos comercialesglobales". Dejando atrás la tradicional confianza en las Naciones Unidas, laAdministración Clinton se está volviendo hacia la nueva Organización Mundial deComercio (OMC) para llevar adelante la tarea de "exportar los valoresnorteamericanos". Más abajo, Sanger dice (citando al Representante Comercial deEE.UU) que la OMC sería el instrumento más efectivo para llevar la "pasiónamericana por la desregulación", por el libre mercado en general y los valoresamericanos de libre competencia, reglas claras, y cumplimiento efectivo", a unmundo que anda a tientas en medio de las tinieblas. Estos "valores americanos" seponen de manifiesto de la manera más dramática por la ola del futuro:telecomunicaciones, Internet, tecnología informática de punta y otros milagroscreados por el exuberante espíritu empresarial americano que el mercado no puedecontener, al fin libre de las interferencia del Estado gracias a la revolución deReagan.
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