De las dos naves, Prometeo y Ulises, enviadas a la alucinante constelación de Forlmalhaut, a 23 años luz de la Tierra, sólo regresa la primera. Y Hal Breg, uno de los supervivientes, aterriza ahora en un futuro inimaginable. El mundo que él conocía ya no existe y el sentimiento de su soledad se vuelve agobiante.
Stanislaw Lem , con la implacable lucidez que lo caracteriza, elabora la parábola de una sociedad donde la ciencia no vacila en sacrificar al hombre en aras de un conocimiento que, en definitiva, no es otra cosa que la eterna búsqueda del vellocino de oro, y traza al mismo tiempo una ejemplar demostración de la relatividad de los valores culturales.
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