La ciudad de Superior, Ohio, desapareció en la noche del 31 de octubre.Un conductor de camión, llamado Pierce Knaubloch, fue el primero que informó sobreel asunto. Había estado tomando copas a lo largo de la carretera 202, desquitándose asídel tiempo que hubo de emplear para conseguir una segunda taza de café después deuna cena. Frenó con un chillido. Si hubiera avanzado ocho metros más habría caído decabeza en la hondonada donde estuvo en tiempos Superior.Knaubloch no pudo ver la extensión del pozo, porque estaba muy oscuro, pero parecíagrande. Más grande que si un camión de nitroglicerina hubiese volado por los aires, quefue lo primero que se le ocurrió. Retrocedió unos sesenta metros, dio unos cuantosbocinazos y luego se apresuró a entrar en una cabina telefónica.La Policía del Estado convergió en el antiguo enclavamiento de Superior desdediversas direcciones. Después de comunicarse por radiófono de un lado a otro de la vastahondonada, confirmaron que, sin género alguno de duda, la ciudad faltaba. Hicieron unallamada a la Guardia Nacional.La Guardia rodeó el área de soldados, se necesitaron más de mil para impedir que lagente se cayera dentro del pozo. Un piloto que voló sobre él dijo que parecía como si unagran cuchara de las de servir helados hubiese mordido aquella parte de Ohio.La Compañía de Ferrocarriles de Pensilvania se quejó de que le faltaba uno de sustrenes de pasajeros. El horario del tren revelaba que tenía que pasar por Superior, perosin pararse allí, a las 11,58. Aquello parecía fijar el momento de la desaparición en lamedianoche. El conductor del camión había realizado su descubrimiento poco después demedianoche
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