REPENSAR LA RESURRECCIÓN (Andrés Torres Queiruga)

`Estamos ante uno de los libros más importantes que se han escrito hasta ahora sobre la resurrección de Jesús` (Julio Lois)
Casi al comienzo del Prólogo de la obra que vamos a presentar pueden leerse estas palabras: `La fe, para ser viva, necesita una actualización continuada, porque solo así deja de ser teoría abstracta para convertirse en experiencia efectiva.`
Quien haya tenido la oportunidad de seguir de cerca la reflexión teológica de A. Torres Queiruga sabe hasta qué punto esas palabras son la expresión de una de sus preocupaciones fundamentales, aquella que está precisamente en la base del ingente esfuerzo de interpretación de la fe cristiana que ha iniciado hace ya aproximadamente dos décadas y que muchos confiamos y deseamos que siga realizando.
Pocos teólogos -si alguno- están tan convencidos como Andrés de la necesidad de situar hoy la reflexión teológica en el seno de un `nuevo paradigma` que permita recomponer nuestras creencias y responder así a los decisivos desafíos que la nueva situación cultural generada por la Modernidad ilustrada, con todos sus avatares más recientes, ha planteado y sigue planteando a la posibilidad misma de vivir hoy razonablemente informados por la fe cristiana.
Me parece de especial interés poner de manifiesto que todos los logros conseguidos por nuestro autor en anteriores esfuerzos de reinterpretación convergen ahora en su vigoroso intento de repensar el alcance y la significación del acontecimiento de la resurrección de Jesús y son incorporados con rigurosa consecuencia.
El resultado obtenido es, a mi entender, sumamente satisfactorio. La primera impresión que me produjo la lectura del manuscrito -que Andrés tuvo la amabilidad de enviarme hace unos meses- fue la de encontrarme ante una obra teológica de envergadura, un estudio riguroso y matizado sobre cuestión tan compleja y delicada como es la resurrección, escrito con la libertad que otorga la docilidad al Espíritu y el convencimiento profundo, y, al mismo tiempo, con la honrada preocupación de mantenerse fiel al `fondo común` de la fe cristiana, que ha de ser siempre cuidadosamente distinguido de la diversidad legítima de las interpretaciones teológicas.
Me interesa tan sólo subrayar que Repensar la resurrección tiene una estructura lógica que permite al autor considerar la resurrección en los capítulos II y III tanto en su contexto original -con un análisis detallado del carácter y significado de los textos neotestamentarios, que en forma alguna deben ser objeto de una lectura `fundamentalista`- como en el contexto propio en el que estamos actualmente situados. Este último demanda una profunda reconsideración de la forma de entender la presencia activa de Dios en la historia y, más concretamente, de su acción reveladora.
En el capitulo IV la diferencia o el `novum` que implica el nacimiento de la fe en la resurrección de Jesús se conecta con el `común religioso` -es significativo al respecto el subtítulo del libro: La diferencia cristiana continuidad de las religiones y de las culturas- y la experiencia pascual originaria de los primeros testigos se vincula de forma decisiva, frente a la opinión hasta ahora más común, a la misma crucifixión - como `disonancia cognitiva`- y también al horizonte proporcionado por el contexto escatológico propio del judaísmo del siglo I y a la convicción generada en el seguimiento prepascual sobre el carácter definitivo de la figura de Jesús y no tanto a las que hemos convenido en llamar `apariciones`.
En el capítulo V se insiste en la necesidad de vincular hoy nuestra fe en la resurrección a la experiencia actual del encuentro con el Resucitado, que está vivo y presente entre nosotros. Ofrecen especial interés las consideraciones del autor sobre la verificación de la fe en la experiencia humana, así como el análisis comparativo de ambas experiencias pascuales, la de los primeros testigos y la de los creyentes actuales, que le lleva a subrayar sus similitudes, sin ignorar sus indudables diferencias
En el capítulo VI –“ Jesús, el primogénito de los difuntos”-, que refleja gran preocupación pastoral, se nos ofrecen interesantes reflexiones sobre nuestra posible y deseable relación actual con Jesús, muerto y resucitado, y también con nuestros hermanos y hermanas difuntos, con jugosas consideraciones que pueden enriquecer nuestras celebraciones funerarias.
El Epílogo final es una síntesis clara y apretada del contenido fundamental de toda la obra.
Para concluir, una consideración final. En todo momento Torres Queiruga afirma la fe común que, como él mismo indica, `respecto de Jesús, significa que la muerte en la cruz no fue lo último, sino que a pesar de todo sigue vivo, él en persona, y que, aunque de un modo distinto, continúa presente y actuante en las comunidades cristianas y en la historia humana” y `respecto de nosotros, significa que nuestro destino se ilumina, de forma que en su resurrección Dios se revela de xeito pleno y definitivo como “El Dios de los vivos”, que, igual que a Jesús, resucita a todos los muertos, en consecuencia, a resurrección pide y posibilita un estilo específico de vida que, marcada por el seguimiento de Jesús, é xa `vida eterna`` (cf. p. 341 ). El hecho de que sus reflexiones, que son propias de un teólogo católico, se aparten en muchos puntos de otras explicaciones consideradas más `tradicionales”, no cuestiona su validez desde una perspectiva creyente. Estamos ante la pluralidad legítima de las interpretaciones teológicas.


Género: Religión,Cristianismo
Tamaño: 18.146 Kb
Tiene audiolibro: NO
Presentación: Libro
Calidad: Sin OCR
Idioma original: Sin clasificar
Idioma del texto: Castellano
Clasificado: Sin clasificar


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