Hay quienes rechazan el proceso revolucionario bolivariano por tener a un líder militar y por el destacado papel de los militares en muchas instituciones del Estado y planes del gobierno y esto ocurre porque suelen entender que los militares forman parte del cuerpo represivo del Estado burgués, que están permeados por la ideología burguesa, que no tienen salvación. ¿No será esta una visión muy mecanicista? ¿No habrá que evitar generalizaciones y tratar, por el contrario, de analizar a cada ejército en la situación concreta en la que está inserto? La historia parece avalar esto último. En los algo más de 4 años que han estado en la primera plana del escenario político, los militares venezolanos han desempeñado un relevante papel en defensa de las decisiones democráticamente adoptadas por el pueblo venezolano, siendo los principales artífices del retorno de Chávez al gobierno cuando un grupo de altos oficiales, la mayoría de ellos sin mando de tropa,1hicieron el triste papel de peones de los grandes intereses empresariales en un frustrado intento de golpe de Estado en abril del 2002. Pero, no sólo eso, han estado también a la cabeza de los grandes proyectos sociales del gobierno. Han puesto su fuerza de trabajo, sus conocimientos técnicos y su capacidad organizativa al servicio de los sectores sociales más desvalidos. El ejemplo más destacado es el Plan Bolívar 2000, consistente en un programa de mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares; de limpieza de calles, escuelas; de saneamiento ambiental para combatir enfermedades endémicas; de recuperación de la infraestructura social en zonas urbanas y rurales.
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